La AP es una enfermedad progresiva
La AP no se puede curar, pero el tratamiento médico y un estilo de vida saludable pueden ayudar a mejorar el flujo sanguíneo y evitar que la enfermedad empeore. Si no se interviene, la enfermedad puede progresar a un ritmo más rápido. En las primeras etapas, la AP puede ser asintomática, es decir, que no produce ni muestra ningún síntoma. La ausencia de síntomas es solo temporal y, sin tratamiento ni diagnóstico, los síntomas se volverán cada vez más evidentes y graves. Con el tiempo, la enfermedad puede progresar a una fase avanzada (también conocida como isquemia crítica de las extremidades) y la amputación pasa a ser un riesgo real y grave.